Juguemos a que nos gusta la hipocresía. No hay nada más falso que decir que no somos hipócritas. Todos pecamos, o hemos pecado alguna vez de ello. Sin ir más lejos, yo esta misma semana. Hablando con unos compañeros de trabajo salió la política a colación, no recuerdo el motivo, y mencioné a una persona que en lo personal no me ha hecho nada. Sólo porque no me gusta su trabajo, no puedo permitirme el lujo de llamarle ‘’el pancetas’’ como le suelen llamar, entre otros motes.
Una compañera me preguntó ‘’¿por qué le llamas así?’’, al pronunciar en alto la respuesta no pude evitar sentirme un poco mal por dentro. De mí también se han burlado y mofado por mi físico. Así que, si está leyendo estoy y me ve por la calle, le permitiré que me diga ‘’gordo¡¡’’, al menos lo justo sería eso.
Por otro lado pensé en el argumento vacío de ‘’si es un personaje público que se abstenga a las críticas’’. Estoy totalmente de acuerdo con ello, pero debería ser a las críticas hacia la razón de su exposición, no de su físico.
Caminamos hacia una sociedad sobre-expuesta, en la que es muy difícil no recibir ninguna crítica. Lo notamos hasta en nuestros círculos más cercanos. En ese mismo trabajo, una persona a la que no puedo contestar libremente, mencionó que si estuviera ligando y conociera a un soltero de más de 30 que vive con sus padres, le supondría una ‘’tarita’’. Se me quedó mirando.
No me supuso una gran ofensa, al fin y al cabo, cada uno puede tener su opinión. Pero cuando esa opinión se realiza desde la ignorancia, parece que molesta un poco, sobre todo cuando no es generalizada, sino que va redirigida de lo general a alguien que tienes delante. Si fuera una persona de la calle, me habría podido permitir el lujo de contestarle como me apetecería. Pero seamos sinceros, bastante tibia está la cosa como para añadirnos más mierdas, en esos momentos hay que saber estar por encima de la situación y saber a qué darle o no importancia.
Dejando a un lado esas dos situaciones. Encuentro información que dice que cotillear es bueno. Desde el enfoque en el que se fomenta la conversación entre dos o más personas. Eso es muy bonito, nuestras abuelas ya lo inventaron con una silla en la puerta de su casa, y sus abuelas antes que ellas, y los abuelos de estos. El cotilleo no conoce género ni edad.
Pero ¿cómo controlamos esa delgada línea roja entre ‘’conversar sobre lo que le ha pasado a alguien’’ y la versión tóxica de ‘’cotillear’’? ¿Cuándo nos dieron la invitación de sentirnos bien si hablamos mal de terceros que no nos han hecho nada?.
Está claro que cuando te han hecho algo directamente a ti es fácil iniciar la conversación ‘’no sabes lo que me ha pasado’’, en ocasiones acompañado de tío o tía al final de la oración. Pero cuando la frase la comienzas con ‘’me he enterado de…’’ y seguido va una conversación con una creciente ponzoña disfrazada de emoción. Quizá ahí es donde se ha cruzado la línea.
¿Realmente nos sentimos bien al hablar mal? ¿Quiénes somos nosotros para cuestionar el modo de vida de otra persona? Vemos tanto en nuestro entorno que se habla de la vida de los demás, que hay momentos en los que parece que nos olvidamos de la nuestra. ¿Buscamos ser un ejemplo, o no pensar en lo que no nos gusta de nuestra vida?. Dónde está el acomodador que nos pregunte al cotillear ‘’Su invitación, por favor’’.
Dedicado a los que saben que en algún momento lo han hecho mal. Es sencillo, no hagas lo que no quieres que hagan contigo. (Y otras frases muy típicas que podrían encajar aquí). Porque #ViernEscrito está, lo que acaba en punto y final.
Maldito sentimiento de culpa judeo-cristiano, algo así decía Sole (7 Vidas) en algún que otro episodio, cuando alguno de los personajes se sentía mal por una carga que no era suya. En el momento en que lo vi, por primera vez, me quedé pensando. No pretendo que este sea un texto en contra de la religión, a cada uno lo que le sirva.
Pero sí que, con religión o sin ella, parece que nos van programando para sentirnos más bien por lo que hacemos por los demás que por lo que podemos hacer por nosotros mismos. Y en el momento en que somos capaces de pensar en nosotros como una prioridad, parece que automáticamente nos figura la etiqueta ‘’egoísta’’ en la frente.
Acabo de pasar por una época de mucho cambio en el que he comprobado que ayudar a los demás y ayudarte a ti mismo no van reñido. Lo difícil es manejar el avanzar en tu propia autoestima, sabiendo que decir ‘’no’’ puede ser positivo siempre y cuando sea sin maldad hacia quien se le ha dicho no.
Machacarte durante años con ‘’debo estar para todos’’ pero no decirte a ti mismo ‘’también debo estar para mí’’ acaba generando un bucle interno de sentimiento de culpa por no estar a la altura de lo que requieren los demás. Como si existieran dos tipos de personas, las que le gusta mandar, y a los que no le importa ser mandados. Pero los primeros no van a agacharse cuando los segundos se caigan en el camino. Es en ese momento cuando debemos dejar clara nuestra personalidad, que existe, está dentro, sólo hay que buscarla.
Pero ¿qué sucede cuando los demás quieren requerir para ti solo lo mejor? Resulta que es cierto que cuando siembras para los demás, el resto quiere devolverte el gesto y llega un momento en el que, sin saber cómo empezó, las tornas giran y son ellos quien quieren estar contigo para que avances.
La sensación de abrumo es grande cuando los que creías grandes quieren hacerte ver que, en tu forma, tú también puedes ser grande, solo hay que trabajar duro y el primero paso será confiar en ti. Las palabras son más fáciles de pronunciar que los pies mover.
Lo ‘’único’’ que hay que hacer es mirar dentro de ti (cliché, lo sé, pero por mi experiencia sé que se puede), confiar en lo aprendido, y dar el primer paso. ¿Te caerás? Por supuesto, ¿tendrás síndrome del impostor? Seguro. Pero para eso están esas muletas llamadas amigos, compañeros de trabajo, familiares, compañeros del gym, etc; que son los que sí que se agacharán antes incluso de que pienses que puedes caerte. Solo confía.
Porque no hay culpa en quererse, porque no hay batalla sin esfuerzo, y porque no hay post de Rafa sin más de una frase manida que suene a cliché pero con la mejor intención. Porque ser responsable de nuestros actos, reaccionar y pedir perdón si lo hemos hecho mal; no significa cargar con una culpa que arrastre nuestro cuerpo sobre el camino que deberíamos disfrutar.
Ya está bien de gritar en silencio lo de ‘’Por mi culpa, por mi culpa’’, cuando el único delito es habernos descuidado. Ahí se debería de decir ‘’por mi gran…¿culpa?’’.
La canción no podía ser otra que La culpa de Vanesa Martín. Dedicado a los que han derribado su propia pared y a los autodesconfiados que acabarán dando las mayores zancadas sin importar el peso que carguen a la espalda. Porque #ViernEscrito está lo que acaba en punto y final.
Érase una vez una tribu llamada La Hippo, en honor al noble ser que tanto ha acompañado al hombre a lo largo de la historia. Nos remontamos a hace mucho tiempo, no ha cuando se pensaba que las tribus eran los pueblos sin conquistar en Sudamérica y África; no, no, hablo de antes incluso que naciera Jordi Hurtado, que todo el planeta era campo, ojo.
La Hippo, era una gran familia de familias, no por el incesto, sino porque se comportaban como tal, luchaban juntos, trabajaban juntos, cocinaban juntos, menos la ducha, ahí cada uno se hacía lo suyo en la intimidad del descampado planeta.
La convivencia fue muy sana, cada uno sabía cuál era su cometido en el colectivo y cuál era su mejor habilidad para ayudar al resto, no buscaban destacar.
Pero un día, dos miembros de la tribu estaban intentando realizar una acción que salvaría a varias personas, uno lo consiguió poco antes que el segundo, y este último, al ver las alabanzas y recompensas que recibió el primero, comenzó a sentirse cálido por dentro, más bien a punto de ebullición.
Su cabreo era con el primero, había llegado más lejos que él y se vio recompensado, él sin embargo premió al segundo por haber llegado hasta donde llegó, aunque no fuera en el mismo tiempo porque, para el primero, la hazaña era cumplir, no ser el más rápido.
Pasaron los días y algunos miembros de la tribu no reconocían la hazaña por el resultado sino por la celeridad. El segundo comenzó a verse relegado a un segundo puesto (valga la redundancia) y su envidia y su ira fueron creciendo.
Comenzó a criticar cada acción del primero, a ridiculizar alguno de sus intentos por desarrollarse en una habilidad que no fuera la suya, y a ser el mejor sólo en su hazaña. Poco a poco, consiguió que su círculo social le siguiera, que pensara como él, que tomara por natural un comportamiento tan poco sano.
Con el paso de los años, la Hippo, cresía y con ella, el comportamiento. Pero el primero supo mantenerse férreo a su actitud de probar cualquier habilidad, aunque flaqueara, porque eso le hizo ver el mundo con otros ojos y le dio la aptitud de adaptación y resolución. El segundo, sólo se quedó en su inquina.
Y la Hippo, cresía, y cresía y seguía cresiendo, hasta el día de hoy en el que es ese caballo en el que nos montamos alguna vez o, como mínimo, hemos llegado a pisar espuela. Y nos lleva por un camino que, lejos de mejorar, nos perjudica, tanto individual como colectivamente.
Y hasta aquí mi intento de (mini) fábula. Seamos sinceros, la perfección existe menos que la tribu Hippo. Dedicado a los que saben reconocerse y mejorarse, porque quien tire la primera piedra sepa, siempre habrá alguien que recuerde su trayectoria en la vida. Si no te justa la cresía, no seas jinete. Porque #ViernEscrito está lo que acaba en punto y final.
Hace casi un mes de mi último post. Entre fiestas de navidad, fin de año, año nuevo, viajes y demás, me he permitido un descanso para hacer una de las cosas que más me gusta, dormir. No voy a hablar de las fases del sueño, ni voy a intentar contestar un asunto en el que ni la propia ciencia se pone de acuerdo.
Este es un portal de escritura, así que voy a usar la baza de ‘’soy intelectual y romántico’’ y voy poner renglones según se me ocurran ideas. Chorradas a parte, y con las pilas recargadas para afrontar un año lleno de vivencias, me doy cuenta que no se puede bajar la guardia en nuestra rutina diaria. No digo que tengamos que estar siempre alerta pero, por lo general, nos es más cómodo dejarnos llevar. Tenemos una agenda, una rutina, unas obligaciones que nos hacen más fácil el camino del devenir de las cosas.
Mi año iba a comenzar con un horario de oficina a jornada completa, mis hobbies y la aventura de jugar a independizarme. Y tal día como el día de Reyes, un golpe de talón me trajo uno de los mejores regalos que la vida podía hacerme.
¿La vida? Qué cachonda es, me gustaría conocerla. Bueno, la vida o Dios, que según la creencia le damos las gracias a una o a otro de las cosas buenas. Las malas ya son culpa nuestra pero las buenas a lo divino, que en lo terrenal tenemos bastante con lo nuestro.
Volviendo al párrafo del día de Reyes, me encontraba en Madrid con unos familiares aprovechando mi período vacacional. Abrí el e-mail que me llegó al mediodía y ahí estaba, un montón de letras mezcladas por la emoción de ‘’¿estoy leyendo lo que estoy leyendo?’’.
Hasta que no pasaron unas horas no fui capaz de decirle a mi prima lo que había sucedido, cómo se lo iba a decir si ni yo mismo era capaz de asimilarlo. Durante años, con mayor o menor esfuerzo, he intentado llamar a varias puertas, leer diferentes recursos, entrevistar personas que lo habían logrado, vamos, labrarme el caminico para llegar a mi meta.
Y ahora la meta había llegado. Comencé a soñar despierto cómo iba a encauzar la aventura que tenía ante mi y cómo iba a gestionar todo para no desaprovecharla. Respiré hondo, seguí los pasos que se me detallaba en el mail, un par de llamadas telefónicas, una firma y mi cabeza hizo pum, ya ehtá aquí la guerra.
Aquello que llevaba tiempo esperando, llegó. Por suerte esta vez, hubo otra oportunidad hace años, cuento con la madurez y la voluntad suficiente para que no se me escape, saborear el camino y procurar degustarlo durante años. Eso si, siendo consciente que son muchos los anónimos que lo compaginan con su trabajo y muchos otros los que se quedan en el camino. ¿Derrotista? No, realista, es una buena oportunidad pero hay que trabajar mucho para continuar alcanzando metas.
Hay que estar muy despierto para que tus sueños no se duerman y se desvanezcan en el viento causando en ti una frustración tan grande que pases de ser estrella a agujero negro. Otra cosa es la magnitud del sueño, eso es un tema particular de cada uno. Y esa es la magia de cada guerra onírica, si no conoces bien tu sueño y las consecuencias de cumplirlo, mejor no vayas a por el.
Para los despiertos que no temen en soñar, los soñadores que no quieren dormir, y los que aprovechan cada oportunidad. ¿Queréis saber lo que es? Pronto lo diré a bombo y platillo, mientras tanto, una pista: Lectura – Xuxa. Por que #ViernEscrito está, lo que acaba en punto y … seguido.
Hoy me encontraba en el trabajo, como si fuera importante el lugar, y en un momento de descanso, pensé con qué post cerrar el año. ¿Por reflexión sincera? Si, a medias, el posicionamiento SEO influye mucho en los temas de conversación y las fechas clave como la nochevieja y fin de año, ayuda a que el contenido se posicione.
El escribir con tanta sinceridad no procede de la idea de una falsa rudeza que desmitifique las fechas especiales, ni de ser un new grinch de la navidad. Simplemente, mi idea de un post sincero y emotivo de fin de año, cambió en un clic al oír a mi compañera de trabajo, decir ‘’otro diciendo lo sentido que es cerrar el año y los propósitos cumplidos…’’ algo así.
Y, la verdad, es que no iba nada desencaminada. De hecho, era como si me hubiera leído el pensamiento porque mi idea era decir todas las cosas profundas que he vivido este año, y la conclusión tendría que haber sido ‘’querido narcisista, ya tienes una web en la que cuentas todo lo que has vivido, ¿necesitas un resumen ‘especial nochevieja’ en tu serie de un espectador?’’. Efectivamente, no.
Gracias a ella, he vuelto a caer en lo que entendemos por ‘’diferenciarnos’’. Buscamos tanto, tanto, y tanto otra vez, la originalidad, que caemos en las mismas pasteladas que el resto de los mortales. Quizá el mejor posicionamiento personal que hacemos con nuestras redes sociales y nuestra identidad propia, es que nos parecemos más de lo que queremos reconocer.
De pasar a contaros todo lo que he conseguido, y lo que el año me ha regalado, quiero contaros que, en honor a Platón y su Mito de la Caverna, me encuentro finalizando el año saliendo por la entrada. Qué bonita contradicción, y qué poco única. Al fin y al cabo, todos salimos de un año, entrando en otro.
Tras entender que llevo un tiempo viendo las cosas de forma errónea (Post 17, a continuación del que estás leyendo), comprendo que encontrarse en un umbral no tiene que ser desconcertante. En mi caso, tengo claro que el secreto de disfrutar de un cambio de fase, es recordar lo bueno para los malos momentos, recordar lo malo para hacer buenas las inciertas decisiones, y abrazar lo que llegue.
No, no me refiero a ir por el bosque abrazando árboles, a quien le guste que lo haga, pero no hablo de abandonarse a lo que venga y luego echarle la culpa al universo, que no tendrá bastante con lo suyo como para centrarse en jodernos la vida. No mi ciela, lo que te llega, te llega, tu ya decides cómo enfrentarte a las situaciones que no te gusten. (Obviamente hablo de las situaciones que están en tu poder modificar)
Me refiero a no luchar contra lo que venga, ¿viene algo bueno? Perfecto, ¿viene algo malo? Respiro hondo, y dejo que pase de largo. Si estoy trabajando en disponer de mis propias herramientas, lo estúpido es tirar por tierra ese trabajo y no saber reaccionar a cada paso que doy en la vida.
Al fin y al cabo, si no sabemos cuánto vamos a caminar ¿por qué no disfrutar cuando la cuesta sea hacia abajo, o cuando lleguemos a la cima? Si pensamos en cómo hemos llegado hasta donde nos encontramos hoy, no somos capaces de sentirnos mínimamente orgullosos, de poder emocionarnos por las vicisitudes que hemos podido enfrentar; es que, quizá, no estamos contentos con lo que hemos logrado.
Si tuviera que sacar una moraleja de mi último año, y no quiero parecer típico pero es que es cierto, sería que dispongo más fuerza de la que creo, ¿me creo invencible? No, pero sí que me han demostrado, luego lo he visto yo, que puedo con más de lo que yo pensaba. Así que me embarco en un mar a navegar por una ruta desconocida, no hay una orilla marcada, solo tener claro, que si el viaje me sienta bien y no he dañado a nadie, entonces estoy en la ruta correcta.
Para los que saben vivir al día sin agobiarse por el mañana, les admiro profundamente. Para los originales poco originales que disfrutan de su poca diferenciación sin verse afectados por el qué dirán. Por que, al final, solo queda cómo te sientes. Por que #ViernEscrito está, lo que acaba en punto y final.
Hablando de originalidad, la canción de este post no podía ser otra. Mecano – Un año más.
Y para los que disfrutan payaseando para sobreponerse de los malos momentos (dedicado a Diego) les dejo la parodia de Martes y Trece de Un año más de Mecano.
Hoy prometo ser breve. Hoy, necesito, ser breve. Cuando pasas por una fase de aprendizaje y desarrollo emocional, parece que es bonito seguir caminando, de verdad te acercas levemente a lo que experimenta un bebé en sus primeros pasos y el descubrimiento de un nuevo mundo que siempre ha estado ahí.
El problema está, por llamarlo de alguna forma, en que, cuando pasas por esa fase, siendo un ansias de la comprensión de todos y cada uno de los pasos que has dado para no dar uno en falso. Es que puedes llegar a saturar a esa red de seguridad tan importante en todas las fases de tu vida. Los amigos.
Recientemente experimenté eso, por multi-enésima vez, y la sensación no es nada halagüeña. En lugar de recibir el arropo que te dan con los brazos abiertos, se muestra una imagen de brazos cruzados que nada corresponde con la realidad, pero lo que perciben los demás de ti, también es otra verdad tan válida como la que tú quieres darle.
Y entonces empiezas a sentirte agradecido ‘’ostias que guay, la gente cree en mí’’, y entonces quieres esforzarte más, y entonces comienzas a emocionarte, y a sentir ese calor que da la responsabilidad de saber que tienes las aptitudes necesarias para afrontar cualquier reto, pero te falta la mejor actitud para lograrlo, simplemente ir.
Y entonces vuelves a agobiarte porque sientes que debes corresponder a todos y pasarte a ti al último lugar, y entonces te vuelves a preocupar al descubrir que no estás dando el 100% pero tus profesores, tus amigos y tu entrenador están animándote a que lo des, no por desgastarte, sino porque confían en tus aptitudes, a veces, incluso por encima de lo que confías tu. Y entonces mandas audios, te expresas de la mejor forma que puedes para que entiendan que no es que no quieras estar, sino que estás abrumado. Y entonces...¡pum!, ya ehtá aquí la guerra.
El golpe, que precisamente no te querías dar, te estalla en las narices. Sin darte cuenta, has sido todo lo contrario de lo que pretendías, tóxico. Un tóxico involuntario, no vas a la cárcel y tal, pero tóxico al fin y al cabo.
Ese amigo en el que tanto te apoyas para que te vea hacer un número difícil cantando, te dice que tu cara de ansiedad era la misma que la de un psicópata que va a matar a alguien. Y ese refuerzo que tanto te está ayudando a darte cuenta de tu fuerza interior y exterior, se quema de escucharte resoplar, en lugar oírte disfrutar de los logros que vas consiguiente...y un largo etcétera.
Es entonces en ese ¡Pum! Cuando descubres que, si el prisma es en el que metes el papel donde tienes anotado lo que realmente pasa, en lugar de seguir mirándolo desde la misma posición y ver que la luz no aclara tu situación, simplemente, gíralo.
Nada más que tienes que observar la situación desde otro lado, al cambiar el ángulo del problema, seguro que la luz incide de otra forma, y el color es diferente, y al tener la mente tranquila, estarás preparado (/a y /e) para otear la solución que estabas buscando. A veces, incluso, no es un problema-solución, simplemente es una situación que sucede. Tú decides, si quieres que suceda bien o que suceda mal.
En mi caso, lo que os comentaba antes, en lugar de verlo con la presión de cumplir por todos y de esforzarme por los demás. Debo ver que tengo muchas bombillas que me muestran lo que yo, aun incluso de haber finalizado aquella terapia (leed el #ViernEscrito 03) no era capaz de ver. Simplemente, que puedo.
No voy a ponerme una capa y gritar ‘’puedo con todo porque soy fabuloso y la vida es bella’’. Sería más falso que la promesa de que por estudiar vas a encontrar trabajo. Pero lo que si debo empezar a trabajar es que todo ese estímulo no es la presión para ponerme yo el camino difícil, al contrario, es la guía para entender que puedo ponérmelo más fácil si continúo haciendo lo que estoy haciendo y trabajando en lograr lo que sé que puedo lograr.
Dedicado a los arrepentidos benditos con la mejor compañía. Porque las grandes gestas se hacen en batallón, y no hay mayor gesta que conocerse y querer avanzar, por ti y por todos tus compañeros. Y dar el giro que necesitas, causa de todo, menos mareos. Porque #ViernEscrito está, lo que acaba en punto y final. (Al final, ‘’oh qué sorpresa’’, no he sido breve).
La vida la alcanzamos con tan solo un clic. Cada vez es más fácil acceder, que no disponer de los medios para ello. Simplemente paga, y será tuyo. No se me ocurre algo que no se pueda conseguir. Algunos diréis ‘’resucitar a un muerto’’, en cierto sentido ya se consiguió, hace tres años saltó la noticia de que en China recreaban mediante realidad virtual a una niña de 7 años fallecida, y ayer se publicó la noticia de que en el mismo China (quizá en otro punto, a mano derecha) se utiliza la inteligencia artificial para reavivar a sus fallecidos. Cabe pensar que el futuro ficticio de la serie Upload (Amazon, recomendadísima), será cada vez menos futuro y menos ficticio.
Ahora es cuando sería fácil buscar culpables corporativistas que lo que pretenden es la manipulación social...y un largo blabla que seguramente sea muy bien argumentado y muy correcto. Pero cuando pienso en este tipo de cosas, se me viene a la mente el símbolo del infinito, al fin y al cabo, el círculo puede ser vicioso e inacabable.
Si nos tenemos que remontar a un hipotético inicio, como lo del huevo y la gallina, ¿quién es el primer culpable, la persona que se deja llevar por el deseo de conseguir algo, ya sea una meta o un objeto; o el oportunista que aprovechó ese anhelo y se lo entregó a cambio de un contante?
Quizá se quede en un fifty-fifty, en ese primer caso no sé, pero hoy en día somos muchos los que consumimos que nos dejamos llevar. Sabemos que la navidad está programada, que la música comercial cumple un propósito que su nombre indica, que los anuncios no son para recoger la mesa después de cenar; y un largo etcétera.
Al menos tras estar trabajando un año en una agencia de marketing como redactor, he comprobado la otra cara de la moneda. Un corto período de tiempo para aprender más que suficiente, que la vida no está hecha para disfrutarla, sino para consumirla. Otra cosa es que algunos queramos darle la vuelta e intentar encontrar el equilibrio entre consumirla y disfrutarla.
Si quieres viajar a cualquier confín del mundo no necesitas los hoteles más caros, una camper o una mochila y a conquistar cualquier rincón. Si quieres conectar con la gente no tienes que quedarte sólo en las redes sociales, cada vez hay más asociaciones y personas que las crean, con la intención de actividades interactivas, hasta se lleva el juego de rol a la vida real interpretando tus personajes durante 48 horas en un fin de semana; y otro largo etcétera.
Y en caso de no disponer de recursos para viajar, puedes acercarte a una biblioteca, o cargar al máximo tu móvil y tarifa de datos y perderte en un jardín a aislarte del mundo rodeado de gente y descubrir lo que quieres conocer.
A veces sólo basta con una ventana abierta y una mirada perdida para desconectar, sin tener que invertir en una escapada. Hay veces, en las que sólo necesitamos reflexionar que lo importante no es alcanzar de forma fácil lo que pretendemos, sino saborear el camino y encontrar calidad en esa meta.
Hoy reflexioné sobre eso hablando con el nutricionista al que acudo desde hace un par de meses (si, el cuarto o decimoquinto al que voy) son muchos los trucos, las dietas milagro, los productos ilegales o inéticos que se compran por internet, y otro largo etcétera. Pero, ¿el objetivo es bajar rápido de peso por el simple hecho de verse bien, o entender que si te aventuras a cuidarte (por los motivos que sean) sea un camino que te lleve a la posterior calidad del objetivo y que perdure para ganar esa buena sensación que estás buscando.
¿Buscamos satisfacción o calidad? Al igual que las relaciones, siguen existiendo las historias de le conocí en la calle, pero somos muchos los que acudimos a apps para ligar e intentar encontrar esa media langosta, se ha normalizado que una conversación sea ‘’hola’’ ‘’qué tal’’ ‘’qué buscas’’ ‘’algo serio’’ ‘’yo también’’ y entonces, por supuesto, ya debe surgir el amor, la primera cita tiene que ser perfecta y debes pasar por alto cualquier tarita.
Y culpamos a las empresas tecnológicas, culpamos a las redes sociales, culpamos a lo que se nos ocurra culpar porque, quizá, lo que no queramos es reconocer que la culpa la tenemos los que caemos sin pensar en ese tipo de servicio. No nos ponen una pistola para que gastemos, y por supuesto que quien escribe es el primero en reconocer que ha caído en lo que culpó.
Lo queremos todo pronto, lo queremos todo sin esfuerzo y queremos hasta lo que sabemos que no debemos querer. Nos hacen creer, o nos pensamos, que vivimos en la era de las recompensas. Atrás queda lo de la era de las oportunidades, directamente nos saltamos el paso de luchar por una oportunidad y alcanzamos la recompensa de haber llegado, eso sí, si el resultado no sale bien, frustración y ansiedad, pero esto es tema para otro post.
Si tuviera delante a un experto en marketing y a un psicólogo, les preguntaría dónde se encuentra el equilibrio entre la libertad de las empresas que incitan al consumo instantáneo y el autocontrol del consumidor para no caer en la letanía de un pequeño efecto dominó de pequeñas frustraciones que nos convierte, a la larga, en desconocidos ignorantes que no saben que lo son.
No será que, en realidad, ¿vivimos en una sociedad limitada por nuestro propio consumo?. ¿Por qué no nos permitimos respirar un sólo segundo, poner en orden nuestras prioridades e ir a por ellas?
Dedicado a los que saben en qué consiste su vida, ya que si cada persona es un mundo, ¿por qué tienen que llevarse dos vidas de la misma forma? Que cada uno viva como quiera si no daña a nadie. Por que #ViernEscrito está, lo que acaba en punto y final. La mejor canción para este post, La edad del cielo – Jorge Drexler.
Hay momentos en la vida en los que necesitamos conducir como si la carretera fuera la mejor, no por desatender la conducción, sino por proteger nuestras emociones. Ojalá existiera un corazónlogo que nos diera una pastilla para olvidar ese dolor.
Al final, lo que te queda, es un tatuaje emocional cerca del pecho en el que se resquebraja nuestra esperanza.
En ese viaje, hacia el punto en el que queremos estar, es importante cuidar nuestro coche, el cuerpo, porque hay vidas, en los que el camino, no acaba hasta el último día de vida, y hay otras vidas que saben disfrutar de las estaciones de servicio, y no sabes la de años que tardan en incorporarse, algunos hasta se quedan.
Aunque tampoco hay que olvidar al motor, nuestra cabeza, que permite que el coche se mueva. Nuestra intuición, el volante, nos dirige en el camino, al fin y al cabo las carreteras están ahí.
Pero, ¿a que sería maravilloso crear nuestros propios caminos de tierra? Algo así como el bebé que comienza a dar sus propios pasos.
Aunque, hablando de caminos, el secreto para una conducción segura, es recordar la ruta seguida. Porque si al mirar por el retrovisor, la carretera sigue, no hay miedo a repetir los errores...y cuando los errores dejen de verse, es que has llegado al punto de seguir adelante. Rearview – Anastacia.
Dedicado a los valientes que meten sexta, y fluyen. Porque todos merecemos continuar. Porque #ViernEscrito está, lo que acaba en punto y final.
Érase una vez una persona que tenía su séptima boda en este año. Un soltero al que le encantan los comienzos felices. No estoy nada de acuerdo en eso de ‘’míralos, qué bonito, tienen su final feliz’’, si acaso el final de la soltería pero apuesto que una vez que se dan el sí quiero a la propuesta de matrimonio, ahí ya están casado, el resto es un mero trámite que a todos los invitados nos encanta.
El día acompañaba, misteriosamente el mes de noviembre dispone de su propia primavera en Murcia. Y me intenté ocultar, mido 1.90, al lado de un par de plantas para que no se viera al que vino solo. La suerte la tuve en la inteligente (y seguro que no meditada) colocación de los asientos que los novios dispusieron.
A mi izquierda, una joya que espero mantener mucho tiempo, y en el resto de la mesa, un quién-es-quién de la maravilla humana. Comprobé que se puede llorar de la risa y digerir la comida sin ningún tipo de inconveniente. Ratifiqué que nunca, nunca, y nunca otra vez, se puede opinar (no digo ya juzgar) sólo con la imagen, porque la magia se esconde detrás de un par de comentarios inesperados y una sonrisa sincera.
El resto del día transcurrió como si de una sitcom americana se tratara, de esas de gente bailando en una fuente y viviendo en pleno centro de Manhattan. ¿Que uno bailaba? Bailábamos todos, ¿que uno se echaba una foto? El resto salía detrás (aunque conseguí dos fotos bastante buenas con la gente oportuna).
Hasta que en un momento de la noche, la joya y yo salimos a la calle, yo a tomar el aire, y ella a fumárselo. Ahí es donde tomé la foto que sale en este artículo. Comenzamos a hablar, por un simple vídeo y mis más simples complejos, y como si se deshiciera una madeja, las conversaciones fueron surgiendo. Fue un claro ejemplo de que, a veces, es más fácil hablar con un desconocido, aunque sea por el hecho de que, al no conocerte, no tiene porqué juzgarte. Simplemente nos escuchamos.
En el césped artificial sucedieron conversaciones de lo más sinceras, datos que, por supuesto, se queda en el recuerdo de quien escribe y los que vivieron aquella noche. Las conclusiones fueron grandes lecciones de enormes desconocidos. Me llevo, de hecho, especial recuerdo de una persona que, tras soltar un chascarrillo de mí hacia mí, me miró fijamente y soltó un directo ‘’¿Quieres valorarte de una vez?’’. No sé cuántos ‘’auto-ataques’’ hice para que me calara tan hondo, si tenía un cartel en la cara, o si de verdad soy más transparente de lo que pienso. Pero le agradeceré ese gesto siempre (aquí estoy escribiendo mientras me doy un golpe en el pecho y guiño con mueca a lo hey brother).
Entre otros gestos que tuvimos mutuos, el cruce de sensaciones, para quien fuera mínimamente empático, era obvio y sincero. ¿Será duradero? Quién sabe. Algunos están más cerca que lejos, pero la tecnología ayuda a que compartamos paridas y risas cuando estamos aburridos. Así que me quedo con eso.
La analogía, la vi clara. Imagina un árbol con guirnaldas de pequeñas luces. En la vida puedes atreverte a vivir momentos que, a priori, otros dirían ‘’qué vergüenza, no me planto en una boda yo solo ni aunque me paguen’’ . Lo que importa es la base, y lo que se quiera desprender. Estoy seguro de que si volviera al lugar donde se celebró, vería un árbol a la luz del día bastante desagradable al ver las luces apagadas, y algún matojo cerca de sus raíces. Pero lo que hace especial es el saber, que las luces apagadas significan el necesario momento de descanso que todos necesitamos, las raíces son la base sobre la que se cimienta un tronco fuerte que sujeta las ramas con las que abrazamos los nuevos momentos y las buenas personas. Y las luces, esa es, quizá, la analogía más simple, es la sonrisa que emitimos al sentirnos a gusto.
Porque nunca se sabe cuánta terapia se puede hacer en un día de ocio, y porque, al final, lo que queda de una experiencia así, es como el catering de la boda, importa disfrutarlo, pero más trascendental es quedarte con el buen sabor de boca de lo vivido.
Dedicado a la novia que supo juntar unas buenas piezas; a la joya que sé que volverá a brillar, a los nuevos hombros con los que compartir los peores mejores chistes malos, a las parejas abiertas que te demuestran que el entendimiento se logra, a las sonrisas que sobreviven a los golpes de la vida con melenas salvajes y al resto de risas grabadas y compartidas. En definitiva, a los valientes que acogen a los que entran solos a un lugar.
Porque #ViernEscrito está lo que acaba en punto y final. Como es costumbre una canción, creo que la mejor sería Nochentera – Vicco. ¿Nos volveremos a ver? Dependerá de nosotros, mientras tanto, celebremos una fiesta, con el comienzo de otra. Un abrazo al refugio sin prejuicios de la Marimesa 04.
Ayer jueves 23/11 fue el día de Acción de Gracias, sobre todo celebrado en Estados Unidos. Dejemos de jugar a ser niños por un momento y seamos conscientes de que la realidad son fechas escogidas para generar consumo, fin.
Y ahora volvamos a disfrutar de ese niño interior, pero con una dosis de sensatez otorgada por el adulto exterior. He estado pensando estos meses, entre bodas, cumpleaños, nacimientos, fiestas señaladas como Halloween, Mariah Carey está ya dando el do de pecho a nivel perruno para las Navidades, vale, está todo estudiado pero, ¿y si jugáramos a lo que nos interese, y nos quedamos con lo que nos apetezca de estas fechas sin gastarte un duro extra?. Me explico.
Decimos que San Valentín no existe, es el Corte Inglés, y que querer, tenemos que querer todo el año. Entonces, ¿por qué no dar gracias todo el año? Y eso que esta fiesta aún no está del todo arraigada aquí, pero vi en el telediario que en Madrid, algunos restaurantes ya prestan el menú de Acción de Gracias, (son miles las reseñas que podéis encontrar al respecto en Google), así que no será descabellado pensar que poco a poco nos juntemos para dar gracias.
Dejamos de un lado la historia de los nativos y los colonos, o que en Canadá se haya celebrado desde otro origen; lo típico, lo que importa es la fiesta no el origen. Es bonito agradecer. No desde el educado punto de vista de ‘’mira que majo soy que te doy las gracias porque es lo correcto’’. No, ese es el problema, no se hace por ser lo correcto, se debe dar las gracias desde la sinceridad que da el reconocer el gesto que han hecho por nosotros.
Dar las gracias, de hecho, tiene ciertas connotaciones beneficiosas para nuestra salud mental. Dato que desconocía hasta que hablé con una compañera del tema, no paraba de escuchar en la oficina ‘’gracias’’ y como respuesta ‘’a ti’’. Un día le dije: qué educados que somos, que cuando nos dan el ‘’follón’’ con una consulta contestamos ‘’a ti’’ tras el gracias de rigor. Y me explicó lo que en el enlace podéis leer. En resumen, genera como una calma tanto para nosotros mismos como para la persona que tenemos en frente. Un pequeño agradecimiento de que haya contado con nosotros.
Tras mi terapia, me siento muy agradecido con el apoyo de los más cercanos, pero también con los nuevos allegados a mi vida que me han demostrado ser una gran muleta. Si tuviéramos que jugar a dar las gracias, este año the gracias goes to, a Arturo por enseñarme a trabajar (la punta de la punta del iceberg) una de mis pasiones, la música. A Alberto, sin el que el diseño de esta web y el aprendizaje que a día de hoy me da.
Y a Luismi, mi entrenador personal, con quien aprendo que lo de mens sana in corpore sano, es más verdad que un templo, que debo quejarme menos (esa batalla es ancestral) y que de verdad puedo quererme y querer mi cuerpo, por eso ha conseguido que pase de quedar atrapado en el sofá, me guste ir a sufrir...digo, ejercitar mi cuerpo, primero por salud, y segundo por las consecuencias positivas que traiga. Sin darme cuenta, con ellos tres, he trabajado mente (Alberto), alma (Arturo) y cuerpo (Luismi) este año, y lo que les queda, no saben que ya, de mi, no se libran.
Así que me apetece jugar a que si, todo es marketing, cierto es, quien te diga ‘’no, es que las fiestas...’’chorradas. Si a los comercios les importase de verdad la gente no subirían los precios, no putearían a sus trabajadores con los horarios, o incluso pagarían bien a sus trabajadores, etc. Mis gracias de este año son estas tres. Me apetece preguntaros, ¿Cuáles son las vuestras?
Espero vuestros comentarios, y si me dejáis, los comparto con la gente. Así que reúne a esa gente, o llámala, y dale las gracias. ¿Una canción para hoy? Baila let’s have a kiki/turkey lurkey time (glee version) después de dar las gracias...o cuando te apetezca.
Porque dar gracias es gratis y no cuesta un pavo; porque la sonrisa que sucede al darlas, ilumina; y porque como siga así de ñoño vendrá Disney y Hello Kitty a denunciarme por apropiación indebida. Porque #ViernEscrito está, lo que acaba en punto y final.
Lanzo pregunta, en contacto podéis contestarla, ¿cómo os tomáis la vida? Hay quien se la toma con aplomo y supera con éxito cada enfrentamiento que las vicisitudes diarias nos da. Otros, con llanto por la sorpresa, pero poco a poco afrontan la vida. Otros con resignación, pero continúan. Y luego, me han contado que en los bares, hay quien ahoga las penas conquistando continentes. Y otros simplemente se quedan atrás negando la vida que tienen. A cada uno lo que le sirve.
Pero hay una aldea de irreductibles frikis, que gozan de un don, y a veces una maldición, ser un personaje. Somos ese tipo de personas que, en nuestra cabeza, gozamos de un mundo interior muy rico. (Aquí recuerdo a 7 vidas diciéndole Aída a Sole ‘’yo tengo muchas ideas, que yo tengo un mundo interior muy rico’’ y le contesta la gran Amparo Baró ‘’eso lo solucionarías lavándote más a menudo’’...vuelvo).
Como os iba diciendo, tenemos un mundo interior muy rico. Pero por fuera sólo se ve a la persona a la que le gusta transformarse por un momento gracias a su cosplay, o a quien colecciona comics y merchandising de superhéroes o productos de la ciencia ficción, entre otros ejemplos; y goza tanto de este tipo de cultura que, fijate, no le importa dejarse de llevar, comportarse como alguno de esos personajes, y disfrutar de sentirse él mismo, encajando en algo que no siempre está bien visto.
Pero hay muchos más tipos de frikis, sí estamos en expansión. Hay algunos, como yo, que nos encanta la ficción televisiva. Nos sumergimos en comedias de situación (típica ‘’serie de puertas’’ como Friends, The Big Bang Theory...etc) y conseguimos evadirnos por un momento de la realidad que no nos gusta. ¡Ojo! No renegamos de la realidad, vivimos muy en la Tierra, a veces demasiado y por eso necesitamos una vía de escape; lo que nos une a todo tipo de friki es que no es más que la pasión por un hobby (música, cine, anime, comics, libros, …) y abrazamos que tenemos ese niño interior que no tiene miedo de jugar hacia el exterior.
Por mi experiencia no es más que la manifestación de una sensibilidad trabajada al modo y semejanza de cada uno. Me gustaría conocer y entrevistar a frikis de distintos tipos, en mi caso, mi vida ha sido (y es, y será) muy intensa. Lo que me ayuda a afrontar tanto estrés o ansiedad es llegar a casa, ponerme uno de tantos capítulos que me sé de memoria y desconectar por un momento. No me evado, no reniego de la realidad, simplemente descanso.
También es cierto que, en mi caso, entro dentro de ese tipo de ‘’frikis’’ que no le importa mostrarse tal y como es. Y, cuidado, no mordemos, somos más inofensivos que lo que podáis pensar. Pero si nos atacas, gruñimos. Como cualquier hijo de vecino (me encantan las frases de toda la vida). Soy un tipo de persona extrovertida, sociable, que no teme meterse en una fiesta sin conocer a nadie, hago ‘’amigos’’ en seguida y disfruto de una noche llena de divertidas situaciones. ¿Las provoco yo? No, pero como me gusta socializar, es fácil que las probabilidades de que esté en el momento oportuno aumenten.
Ahora es cuando hablo con un tono más serio, no me veis pero estoy bajando la cabeza para escribir en un tono más grave. El problema viene cuando sólo te quedas con lo que ves, sea el friki que sea el que tengas frente a ti, tiene un rasgo en común contigo, es una persona y, si no la conoces, no puedes decir si lo que ves es feo. Puedes decir que no te gusta, perfecto, lo aceptamos, sigues tu camino y no pasa nada. Dicen que los caminos del señor son inescrutables, los de los frikis son a veces incruzables, y te querremos igual, no te preocupes.
En mi caso me han definido, porque acusar es una palabra con una connotación nada agradable, de que vivo en mi propia serie de televisión. ¿La respuesta? Sí. No significa que sea un egoísta que sólo piense en mí mismo, jamás; he hablado con producción y me dicen que de vez en cuando hay que presentar otras historias para que no se centre sólo en un sólo personaje (cáptese la ironía). Pero ¿cuándo estoy nervioso? Me ayuda visualizarme en mi propia cabecera, me da paz, me ayuda a ver que saldrá bien. ¿Me puede explicar alguien que hay de malo en eso si me ayuda a tranquilizarme y no hago daño a nadie? Porque yo sólo me lo imagino, no voy por la calle como si fuera Ally McBeal.
Me gustaría saber quién tiene la potestad de la cordura para decirle a otra persona cómo comportarse. Si me comporto dentro del marco legal y lo que hago, lo hago por mí y para mí, es sencillo, y es una frase de toda la vida, a quien no le guste, que no mire.
Soy un friki, si. Soy una persona que ha pasado por una infancia marcada por el bullying, que vive con sus padres a los 35, que no ha tenido suerte en el trabajo ni en el amor, que cuenta con unos padres pacientes que me han dado los mejores valores y una cartera de amigos que cotizan en bolsa de lo mucho que valen y a los que le agradezco todas y cada una de las manos tendidas tras las caídas, físicas y morales.
Y ya si cuento las anécdotas que vivo con mis amigos, o conmigo mismo, me llamáis personaje. ¿Que soy un personaje? Si, y vivo en mi propia serie, pues también. Qué me importa lo que pienses tú, si bastante tengo yo con mis peleas internas. O me lo tomo así, o me lo tomo con un prozac. Pero una cosa sí puedo decir con el dedo levantado: soy histriónico, soy testarudo, soy un artista impotencia, soy un payaso, soy algo desastre, soy físicamente torpe, soy un dramas….y soy creativo, soy buen compañero, soy el amigo que está cuando le necesitan, soy el tito de los hijos de mis amigos, soy temperamental, soy persona, y maldita sea mi estampa, porque para ver todo eso he tenido que pasar tres años de terapia, y muchos años de ‘’no’’ escuchar a toda la gente que, en el camino, ha visto eso y más y ha apostado por mi, por mi autoestima, cuando ni siquiera yo conocía su existencia. Porque saber lo que uno vale, no le exime de ser humilde, en ningún momento digo que sea mejor que nadie.
Por todas las personas que se sienten pequeñas ante la diferencia con el resto, no lo sois; por los que sonríen al salirse de la norma y porque no es malo ser como eres si con eso no atacas a nadie. Cuando atacas a la gente entonces sí tienes un problema, pero eso lo hablamos en otro capítulo.
Dedicado a los que se identifiquen con alguno de estos renglones, significan que han pasado el casting y pueden ser los protagonistas de su propia vida. Porque si cada persona es un mundo, dejemos que sea como les dé la gana de ser. Porque #ViernEscrito está, lo que acaba en punto y final.
Érase una vez una persona que quería transmitir, tan sólo se emocionaba cuando el foco le señalaba, porque esa era la señal de que la puerta a otro mundo se había abierto. Un mundo en el que el haz de luz te protege de la ajena y cercana audiencia. Donde la pisada fuerte, se manifiesta en la expresión del arte con tu cuerpo y no por la huella sobre las tablas.
Los bailarines sobre las tablas, vuelan; los actores sobre las tablas, emocionan; y los cantantes sobre las tablas, expresan; pero un día, esa persona que se emocionó al subir al escenario, se dio cuenta que, tras los focos, la vida es igual que la de la ajena y cercana audiencia. Y descubrió que el escenario, con todos sus focos y cables y telón y su todo; era un fiel reflejo del paréntesis que buscamos en la vida real, por eso nos atrae tanto expresar, con nuestras capacidades artísticas, lo bonito desde lo feo.
Porque lo difícil no es subir al escenario, sino llegar a quien contempla nuestro arte, sin tener que bajar de él. Porque lo bonito, sería medir el trabajo en equipo en risas y hombros arrimándose unos a otros para sacar el proyecto adelante.
Porque lo bonito, sería no dejarnos influenciar por lo feo, convivir de forma sana y medir la vida en emociones, a fin de cuentas, es lo que nos hace querer descubrir nuevas experiencias, la emoción detrás del recuerdo que nos deja lo vivido.
Dedicado a las personas valientes, que trabajan lo bonito desde lo feo, pero siempre sobre el escenario, ese paréntesis en el que nos gusta encontrar un sólo segundo de paz.
Una canción, Seasons of love – Rent the musical. (Si, está subtitulada). Porque #ViernEscrito está, lo que acaba en punto y final.
Este post es, más bien, una nota de ‘’traslado’’. Inicié el blog hace 12 años con la intención de escribir, no hace falta ser muy listo para darse cuenta de que no fui del todo constante. A día de hoy observo que, en mi caso, era falta de madurez emocional, debía pasar por un camino que ya he recorrido y que me lleva ese cambio que voy a dar.
A partir de la semana que viene estaré en una web que nace de cero, www.rafaescribe.com (no está activada aún) pero estoy trabajando en ello. En esa web escribiré mis reflexiones, bautizadas bajo #ViernEscrito, y también relatos, entre otras cosas que mi mente tiene en su mente.
Seguramente se quede en otro intento más de los muchos que hay en internet, de gente que tiene algo que contar. Pero, desde este lado del teclado, siento bastante expectativa, es como un salto al vacío, pero sé que tengo una gran red de seguridad. Esa gente que, en cada proyecto en el que me he embarcado, y ha naufragado, ha estado ahí para recoger los pedazos, recomponerlos y hala, a correr.
Y, como no, me surge una pregunta, ¿por qué nos da tanto miedo enfocarnos en lo que más nos gusta? Cuando es un simple hobby, lo hacemos sin el mínimo esfuerzo, a todos nos pasa con amistades o familiares que hacen actividades que no van con nosotros, y al verlos, pensamos ‘’joder, qué difícil’’ y esa persona nos contesta ‘’¡qué va!’’ mientras se baja de la bicicleta en la que hacía croché mientras cruzaba el himalaya.
En un momento u otro de nuestra vida, queremos dar un paso decisivo en una meta que queremos alcanzar, y lo que te frena quizá sean esas mil preguntas tomadas del cosquilleo que supone lanzarse, pero lo valiente no está en el salto, todos sabemos tirarnos de cabeza a un proyecto, lo valiente está en saber coger esas cosquillas que se forman en el estómago cuando tomas la decisión de enfrascarte en un proyecto, y en lugar de ser un freno natural, tomarlo como el chute de energía que hace falta para trabajar con sensatez en el proyecto que sea, montar tu página web para escribir, crear tu propio negocio, formar una familia…, lo que cuenta es que estés preparado para todas las hostias que llegarán sin que la vida te haya preparado, y de esa forma, resistir cualquier golpe.
Como me gusta decir, en mi caso tuve que pasar por un proceso de introspección, no era simplemente el ‘’soy más vago que el suelo cuando está de resaca’’, era ‘’quiero hacer, pero no me atrevo’’. Superado ese momento de auto-toxicidad, sé que quiero intentarlo, sé que me puedo pegar una hostia, pero también tengo clara una cosa muy importante.
Y es que, he conseguido transmitir.
El anterior renglón comenzaba con un si tengo 4.000 visitas en mi blog…, vanidad, puedo levantar el dedo, mover el cuello, poner morritos y soltar un discurso vacío. Si hubiera sido así, mi salto al vacío, habría acabado en la UVI emocional. Por eso he puesto ese renglón en separado. En estas últimas semanas de #ViernEscrito, he experimentado algo que, como aspirante a escritor, es muy gratificante; no se trata del feedback y los comentarios de la gente que me quiere, tengo a la mejor gente del mundo así que sus comentarios e impresiones sobre lo que redacto lo tengo siempre que lo pida.
Pero algo que valoro al mismo nivel pero con distinta emoción, es la respuesta de gente a la que puedo llevar perfectamente 20 años sin tratar, o que son ‘’amigos de amigos’’ con los que tengo un trato muy cordial; y porque desconozco la impresión de los desconocidos que me han leído, no conozco a cuatro mil personas, eso seguro.
Así que, si el feedback ha sido positivo, y sé transmitir con mis palabras; creo que estoy listo para dar un paso más y dedicarme al hobby que me llena, diría ‘’dedicarme más’’ pero eso implica dedicación anterior.
Y siempre estará el miedo de ‘’¿estaré haciendo el ridículo? ¿a quién le va a gustar mi texto? ¿de verdad sirvo?...¿a qué huelen las nubes en el ciberespacio?’’, antes me ahogaba en esos pensamientos, ahora cojo y digo ‘’si hago el ridículo que no miren, no se escribe al gusto de todos’’ y seguir aprendiendo y conociendo opiniones, no son importantes por el cacareo de te leo y te doro la píldora, sirven porque como alguien que quiere escribir, cada opinión, es una forma de entender lo que el que ha leído quiere leer o recibir. Por ello no puedo estar más que agradecido a cada persona que se ha molestado en decirme su opinión (siempre constructiva), aunque sólo sea por el hecho, de que se ha molestado en leerme.
No podía elegir mejor canción para el empuje que quiero transmitir, en una parte de la canción dice algo, más o menos así: ‘’Hay una luz en ti que brilla a través de todo; tienes que agarrarte fuerte, llegar alto y decir que todo va a estar bien’’, no soy de los que se repiten mantras ni frases de Mr.Wonderfull. A mí lo que me sirve, es escuchar música, y ese mensaje es el que deja claro Beverley Knight (feat. Mark Ronson) – Everything’s gonna be alright
Además, los que me conocéis, sabéis que no podía elegir otro tipo de canción. Da igual si te pones música y cantas bien alto, o eres de los que se pone un post-it en el espejo, o habla con esa persona vitamina; lo importante es que tengas claro, en cada paso que emprendas, que si lo das con seguridad, templanza y decisión; tiene que acabar bien, porque todo está en la filosofía que le apliques a tu vida, ¿si no sale bien? Te levantas y sigues, hasta que salga bien, porque si no acaba bien, es que no es el final.
Dedicado a todos los valientes, que se atreven a dar un paso y saltar a su objetivo. Gracias por todas las lecturas, nos vemos en unos días en www.rafaescribe.com
Tengo un defecto, quizá virtud, depende de quien lo mire; y es que me gusta observar la vida con ojos ajenos. Te da una perspectiva interesante de lo que tú opinas desde la experiencia de otros, lo que te ayuda a abrir el campo visual de tu entendimiento por las lecciones que en un solo golpe de aire pueden pasar ante ti.
Hoy quiero hablar de tres historias en las que se refleja que siempre hay un momento de decir ‘’hasta aquí’’ y tirar pa’alante, algo que me emociona siempre, conocer gente que ha aguantado hasta cierto límite y han sabido hacerse fuertes, dar un golpe en la mesa, salir de la comodidad de una situación ya conocida y anteponer su amor propio frente al aprovechamiento vil de otra persona.
No voy a entrar en género, puedo hablar de hombres, mujeres, viceversas y transexuales; creo que la barrera se acaba cuando hablas de una persona sin especificar, un poco como el CV anónimo; en este caso importa la historia y la lección. Los que me conocéis sabéis que no me tiro faroles, los que no pero me leéis, no puedo hacer más que dejarlo a vuestra creencia.
A la persona A me la presentaron hace muy poco, nada mas sentarme en frente, comenzamos a hablar como si nos conociéramos de toda la vida, esas conexiones que muy raras veces pasan (y que por suerte aún se mantienen después de la primera cita) me contó una historia que le pasó con otra persona, en resumen, tema de cama, pero de muy mala gana. Típica historia de ‘’cuando yo quiera y como yo deba’’, me tuve que sentir identificado, y supongo que no seré el único. Esa historia que cuando te la cuentas sólo puedes pensar ‘’ya tienes ganas de aguantar’’ pero que por dentro lo único que mantienes es esa esperanza de que mejore, de que te den calor con un abrazo, y empiezas a permitir y a permitir, hasta que llega un momento en el que te miras en el espejo y piensas ¿hasta qué punto puedo decir basta? Y te cansas de ser el trapo que a veces está impoluto encima del pollete (soy murciano no puedo usar ‘encimera’) y que otras está en el suelo sin importar si pilla polvo o lo pisan. Parece una tontería, pero algo tan simple como mantener un NO, implica valentía, sobre todo cuando han estado jugando contigo 4 años. Algo que no todo el mundo aguanta.
La persona B tiene fuerza desde el día que la conocí, hará unos 25-27 años (y os recuerdo que tengo 35). En ese momento entendí la que fue, seguro, de las primeras lecciones que adquirí en el inicio de mi bullying, podemos vivir algo que no nos ha pasado nunca, pero eso no significa que no nos pase. Gracias a B, abrí los ojos, pude ver que no estaba sólo, de hecho, también pasó por una etapa bastante más dura que la mía. Lo curioso, que en el paso de los años, cada vez que la veía, su cara reflejaba siempre una sonrisa, con un atisbo enorme de esperanza, porque si personas como yo arrastran una mochila, la suya es de deportes de montaña, ya ha sobrepasado su cabeza. Pero su forma de afrontar la vida es seguir, seguir, y luego, seguir siguiendo, valga la redundancia, pero sin olvidar de donde viene, sobre todo para no repetir esos golpes (a veces metafóricos, a veces literales) que la vida le ha puesto en su camino. Soy partidario de que todos jugamos en la misma liga, algunos con un mejor pasado que otros, pero si tuviera que poner a alguien en alto, porque se merece una racha de paz y alegría, sería a esa persona.
La persona C ha ocupado un lugar muy importante en mi agenda de amistades en pocos años, al igual que la persona B, lo que admiro es su entereza y continuidad, pero por una historia totalmente distinta a la anterior, en este caso hablo de esa gente que, teniendo acceso a todo, no ha tenido gran cosa; nos deberían enseñar tatuado a fuego desde bien pequeños que, en la vida profesional, vale lo que demuestras que vales, puedes tener mil títulos, el mejor apoyo económico, que si no demuestras tu valía, tu nombre queda vacío. Esta persona lleva prácticamente dos décadas demostrando algo, que yo mismo sé que no todos aguantaríamos, la entereza de mostrarse ante un edificio, ver el ático y decir ‘’quiero llegar ahí’’, y conquistar cada piso del rascacielos hasta conseguirlo. Admiro mucho a la gente que, como C, ha tenido que labrarse todo desde cero. En mi caso de hecho, fue fácil, pude estudiar sin tener que preocuparme del medio económico (al menos la primera titulación claro) pero C es de esas personas que antes incluso de la mayoría de edad, tuvo que saber lo que era crecer por sí mismo, demostrar su valía en un mar de tiburones, y ganar con creces ser quien quiera ser en ese mar, con la particularidad, de que su piel es de acero.
Podría explayarme más en cada una de esas personas, desarrollar mejor su historia, pero quería centrarme en el mensaje más directo. A me refleja ese instinto que tenemos todos de dejarnos querer, pero que en ocasiones nos dejamos llevar tanto que nos olvidamos de querernos, y hasta que no ven que el agua pasa por encima de la cara, no se dan cuenta de que están inmersos en medio de la nada, dándose cuenta en el momento más inesperado, que somos nuestra propia orilla para salir del agua.
B es de esas fieras de las que más de uno deberíamos aprender; nunca quiso ser fiera, pero cuando tu vida parece tocada cuando no eres consciente de que estás viviendo por que la infancia y la inocencia son la etapa que vives, ¿Cómo puedes pedirle paz mental a alguien, que ni siquiera sabe lo que es el amor propio? Para mi van ligados de la mano y, por desgracia, son muchos los que aprenden de la forma más antigua de enseñanza que hay, la caída y el me-levanto.
C es de esos delfines, inteligente y rápido, que sabe afilar sus dientes para desenvolverse entre tiburones sin ser atacado, pero que en sus comienzos, nadaba con la misma calidad que Bambi al comenzar a andar, no tuvo la suerte que tuvimos algunos de que nos avanzaran con el barco hasta cierto punto de inicio de carrera, tuvo que descubrir el agua por sus propios medios, aprender a fortalecerse por sí mismo y a darse la palmada que a todos nos viene bien.
A todas esas personas que son valientes anónimos, el agradecimiento enorme lo tendré siempre por dejarme oír su verdad y ayudarme a entender en qué consiste la vida, porque no todos tenemos la misma y no todos la afrontamos igual. Como siempre un tema, esta vez en inglés, pero con video subtitulado por supuesto, para ese momento en el que necesitas frenar de tu propia vida, abrir una ventana, respirar, y decir no quiero hacer nada, sólo sentarme y ser. Thursday – Jess Glynne.
Porque tenemos derecho a levantarnos, y no sentirnos inseguros. Porque #ViernEscrito está, lo que acaba en punto y final.
Nunca había sido tan consciente de cómo puedes cambiar tu propia perspectiva de un mismo tema en tan poco tiempo. Hace unos 11 años, escribí un post en este mismo blog que se llama ‘’Cuando te enamoras con el coño, te chorrean gilipollas’’ en honor a una amiga que me decía que su mayor problema es que se enamoraba con el coño, a lo que añadí que cuando te enamoras con el coño o con la polla, al final, lo único que te chorrean, son gilipollas (gilipollos, y gilipolles).
El decir que me he dado cuenta de cómo puedes cambiar tu forma de ver las cosas, es que cambiaría varias cosas de ese artículo, supongo que por mis experiencias vividas, lo escribí teniendo 24 y hoy, a mis 35, sé que modificaría algunos párrafos, o intentaría explicar mejor otros. En eso sí que pecamos todos, lo que sentenciamos hoy, quizá lo rectificamos mañana.
Es muy fácil desde fuera decirle a alguien que cuando se enamora con el coño le pueden chorrear gilipollas; sería igual de verdad que decirme a mí que al enamorarte con la polla sólo golpeas piñatas vacías. El sexo por el sexo está genial, ¡ojo! No iré yo precisamente de casto y de relaciones eternas, de hecho a día de hoy no he tenido novio nunca (mi psicoanálisis del por qué lo plasmaré en otro post...si eso). Pero lo importante de cada acción física que realicemos, debe ir acompañada siempre de un pensamiento acorde a dicha actividad.
No puedes pensar sólo en echar un polvo, y luego enfadarte cuando esa persona no te toma sentimentalmente en serio; y recalco lo de sentimentalmente, porque el hecho de buscar sólo sexo no te hace mejor ni peor persona, no te convierte en una puta o un chulo, ni tampoco te hace el campeón o campeona social, pero cuando sólo buscas sexo, te predispones a que la otra persona sólo quiera eso contigo.
Pero entonces, ¿por qué buscamos ‘’solo sexo’’ cuando en realidad queremos algo más?. La línea es fina, y reconozco que la he cruzado muchas veces. Comienzas sintiendo la excitación del contacto con otra persona, y si encima hay buena química entre los dos, la excitación parece intensificarse. Tras unos minutos (el baremo de tiempo depende de cada persona) o incluso horas, (los afortunados), cuando te quedas a solas, lo único que puedes pensar es en ducharte y después en el siguiente plan.
Y pasan los días, miras el móvil como quien está pendiente de que salga su número de la lotería, y tras mirar la pantalla, descubres que no sale cuanto tú quieres que salga. Entonces te enfadas, le pones a parir con tus amistades más íntimas, y cuando te escribe un mensaje entonces contactas con todas esas amistades íntimas para decirles que te has pasado y que si algún día se lo presentas no se les escape...en tu cabeza ya estás llegando a la segunda o tercera película de vuestra relación no materializada.
Volvéis a quedar, volvéis a la excitación, ahora una excitación madura porque ya os conocéis sexualmente y sabéis cómo interpretar los gemidos, qué zonas del cuerpo tocar y cómo tocarlas. Y otra vez el momento de soledad. Cuando se repite dos o tres veces y ves que no hay un ápice de intimidad (en ocasiones no hay ni conversación), es cuando llega esa sensación de auto-repudio en el que te sientes sucio/a, y en tu cara se muestra sólo la decepción.
Al principio es con esa persona ¿te puedes creer que pasa de mí?, claro que te lo crees, nunca hubo un compromiso por parte de los dos, simplemente se inició el follamiguismo. Y entonces, despiertas. Ahí es donde quería llegar antes, si buscas sólo sexo, debes estar preparado mentalmente para la consecuencia de sólo sexo. Otra cosa es que el solosexo derive en varias citas y poco a poco se materialice en una relación.
Pero lo que no puedes permitirte a ti mismo es confundirte en tus sentimientos y tus anhelos, por eso digo que en 11 años y tras muchas experiencias y conversaciones del tema con mis amig@s; digo que cambiaría varias cosas de ese post. Porque para saber qué es lo que no quieres en tu vida, debes conocerte y quererte bien, y cuando escribí ese post sentencié varias actitudes en las que hoy en día no sería tan tajante.
Por que se disfruta con el coño y se enamora con el corazón, pero las mezclas, como dirían los que beben alcohol, a la larga son perjudiciales. Y en el fondo descubres, que en realidad, más que echar un buen polvo, lo único que buscabas era sólo un abrazo.
Para los que sabemos que queremos un abrazo, y el inicio de una conversación delante de una bebida en una terraza; para l@s que saben que sólo quieren jugar con su coño/polla, y para todas esas amistades que tanto nos aguantan tras la caída.
No se me ocurre mejor canción para este post que Alone del grupo Heart. Porque todos encontremos, simplemente, lo que estamos buscando, sin complicaciones, porque #ViernEscrito está, lo que acaba en punto y final.
No se puede negar que la política sigue agitando la sociedad, a nivel universal a pie de calle, y a nivel particular en la mesa de tu casa. Resulta curioso como, cuando debatimos con nuestros familiares o amigos, se parte de un punto común, y se acaba en la correspondiente discusión (o bronca si hay gritos de por medio) con las diferencias que ejercen presión sobre el argumento.
Buscando información sobre por qué no se llega a un entendimiento, encontré un artículo de la Universidad de Navarra en el que el investigador David Thunder del ICS de la misma universidad, en España no hay una cultura de diálogo; lo entiendo perfectamente, porque en los pequeños círculos en los que he tenido la oportunidad de hablar de actualidad política como ciudadano, difícilmente se llega a un punto en común, siempre hay consenso de un problema a solucionar, pero no en el modo.
Me surge entonces la pregunta de que, si nosotros a pie de calle, sin la presión de tomar una responsabilidad determinante, no podemos ponernos de acuerdo en como esbozar desde nuestra ignorancia una posible solución ¿con qué criterio se lo exigimos a los que tienen en sus manos el poder de cambiar las cosas? Luego recuerdo lo que cobran y sus condiciones laborales, y entiendo por qué le pedimos que sean coherentes, dialogantes y, puestos a pedir, adultos.
Durante estos últimos años parece que el nivel de crispación durante las sucesivas campañas electorales (si tiro de hemeroteca seguro que me remonto un par de décadas) ha ido en aumento y a cada nueva campaña que se anunciaba, parecía que el nivel aumentaba, y lejos de parecer llegar a un techo, siempre ascendía un piso más, ¿llegará al final del mal ambiente? No lo parece.
Entre las cortinas de humo, lo que no se sabe, y lo que no se quiere saber; es más factible que los ciudadanos ‘’anden a la gresca’’ en términos políticos, de esa forma es como si no estuviéramos pendiente de los errores que cometen los dirigentes y así disponemos de un criterio pasional a la hora de elegir papeleta, que uno informado y meditado.
Al fin y al cabo, la política es una actividad difusa que no pertenece a ningún sistema político, a ninguna criatura ni a una geografía específica (Artículo de Ágora, 2019); así que se podría decir que por cada pensamiento puede haber un sentimiento político diferente. Pero pensando, recordé que si han habido momentos históricos en los que se ha puesto de acuerdo dispares ideologías, en nuestro país, sin ir más lejos, tenemos un claro ejemplo, la Constitución que nos regala un día festivo todos los años.
Dejando aparte la urgente necesidad de actualización de la misma. Si una vez pudimos estar de acuerdo bajo un fin común de avance general del país para avanzar como sociedad (qué bonita y pedante expresión) ¿Cómo es posible que no seamos capaz de ponernos de acuerdo en medidas que nos hagan avanzar en educación, investigación científica y medioambiental, sanidad, vivienda...y un largo etcétera que no depende de ideología sino de sentido común?
Considero, como la mayoría de las personas que hablo, cada una de su propia ideología, que las cosas no cambiarán porque a los que pueden cambiarlas no les merece la pena cambiarlos; es, quizá, el pensamiento más triste que un votante puede tener. ¿La imagen? Un partido de tenis donde se van pasando la pelota de un lado a otro, subvencionado por el dinero de todos, y sin la gracia y arte que puede tener un profesional del tenis como Carlos Alcaraz.
Parece que tanto color en nuestras banderas y parlamento, y lo vemos todo negro, ausencia del color, no porque no haya color, sino porque a pie de calle parece que no quede esperanza, es como si nos hubiéramos abandonado a la idea de que nos gobiernan otros y entonces no hay más que dejarse llevar. ¿No habrá inconscientemente un sentimiento de control de masas en todos los partidos, indistintamente de su ideología? Al fin y al cabo, en lo que si se coincide desde un extremo a otro, pasando por el centro que a más de uno le gustaría; es que el primer motivo de presentarse, es seguir en el candelero, y luego ya, hacer algo por los demás.
Dedicado a los que como yo, creen que el sistema no está mal diseñado, pero sí que está mal gestionado. Por que un día haya una política coherente, consensuada y a favor del avance de un mismo territorio, donde se tenga en cuenta la ideología pero prime el punto en común; quizá esa sea la mayor utopía. En este post no hay música. Porque #ViernEscrito está, lo que acaba en punto y final.
Qué importante es la propia aceptación, por mantener la autoestima, pero sobre todo, para mantener la cordura. Puede resultar manido el argumento de este artículo pero quiero contar mi golpe en la mesa por esa obsesión tallística (que me perdone la RAE) tallada en la imagen. Como siempre, comenzaré por partes.
No voy a hablar de que todo cuerpo está bien y stop gordofobia ...etc. Hay gente más y mejor dedicada a ello, simplemente expreso mi opinión, y es que si la pregunta es ¿estéticamente todos los cuerpos son bellos? Te contestaré que sí, por que si nos agarramos a la historia, según la época que referenciemos, podremos observar que la figura voluptuosa era sinónimo de riqueza; pero si hablamos de hoy día, encontramos diversos extremos, en los que la delgadez y la XS es lo que se lleva (tendencia, y si no es tu fisionomía, también se lleva tu salud); y casos como el que vi en El País, buscando información para este post, en el que hablan de que la tradición de que la mujer engorde para gustar al hombre se sigue poniendo en práctica en algunas zonas de Mauritania, supongo que para compensar el tamaño microscópico de los hombres que comenzaron aquella tradición.
Tradición, qué bonita palabra y cómo nos agarramos a ella para mantener vivo lo que nos interesa o nos gusta, sin querer ser conscientes del daño que puede causar. La noticia que he enlazado en el párrafo anterior me ha impactado sobremanera.
Respecto a mi experiencia, sí tengo sobrepeso, pero no considero que sea un sobrepeso demasiado exagerado, quizá porque con mi metro noventa tengo más espacio en el que repartir las grasas, no sé. Pero la fortaleza de un cuerpo grande (eufemismo de la palabra que más os guste) no reside en su peso, ni en la resistencia del mismo, sino en el cerebro que lo conduce.
En mi caso, mi cuerpo grueso dejó de estar bien cuando me afectaba a la salud. He follado lo que me ha dado la gana y más (Perdón mamá y papá por leer esta frase, pero es un hecho) y tengo muy claro que la vida es actitud, pero, cuando la mentalidad no es fuerte, y la salud achaca, ¡ojo! Quizá no sea un asunto de aceptación, sino de cuidarse. Mi situación era obvia, la cadera, con menos peso, resiste más, así que me tocó cuidarme, pero comencé por la ansiedad y mi histérico gusto por la comida, antes que meterme de lleno en un gimnasio y dejar de comer.
¿Acepto mi cuerpo? Comienzo a ello, ya no me da tanto agobio hacer ejercicio en el gym delante del espejo y que al levantar dos mancuernas de 7’5kg en cada mano, que para mí es como si el perro de Asterix, Ideafix, levantara el menhir de Obelix; y que se viera la barriga pidiendo auxilio por las calorías quemadas. Ahora digo ‘’si está ahí, y no quiero que esté, tendré que seguir trabajando’’.
Pero justo cuando piensas que estás en el buen camino, comienzas a comer en base a tu situación individual (no todas las dietas sirven para todos los cuerpos), a hacer el ejercicio que necesito, me doy cuenta que tengo que comprarme ropa para poder ir al gym, salir a la playa, esas cosas que tenemos derecho todos. Y me encuentro con otra barrera, las tallas grandes, que bonito suena ‘’grande’’, se te llena tanto la boca pronunciando la N de esa palabra que puedes estar sin comer tres días...y a veces debes hacerlo.
Siempre he recurrido a marcas que no voy a mencionar por respeto a que quedaría feo decir que Decathlon y C&A han ido quitando ciertas tallas grandes que tenían antes, la primera se ve que ya ha conseguido el objetivo de que todos nos pongamos en forma, y oye, ya no hace falta una 3XL que me quepa, me baño desnudo que así tomo el sol en todas partes; y la segunda cada vez pone menos ropa de tallas grandes porque dispone de ello en su tienda online, por fomentar el comercio a distancia y tal, como la UNED de los indelgados. ¡Ojo! En ningún momento quiero iniciar ningún movimiento anti-corporativista por dos motivos, el primero es que sus dependientes me hicieron sentir muy bien y no hubo faltas de respeto, sólo información; y el otro es que con las visitas que tengo el único ruido que puedo hacer es el de mis teclas al escribir.
Y porque pienso que, si ellos como empresa privada tienen libertad de modificar su producto, yo tengo todo el derecho del mundo de comprar en otro sitio. Pero tampoco quiero pasarme, se preocupan por mi salud, primero el sacrificio de bajar de peso, y luego el beneficio de poder ponerme ropa o bañarme en una piscina. Y eso que mis bañadores y ropa deportiva son de Decathlon y C&A, ahí mi molestia, ahora que estoy bajando peso, no encuentro talla, bah, continuo con lo importante del texto.
En fin, párrafo de cabreo a parte, siempre nos quedarán otras marcas, es cuestión de buscar y adaptarse, ¿no sería maravilloso tener un cordón en la cadera, tirar de él y que la barriga y los muslos encojan? Pues no, como dibujo animado puede hacer gracia si ves un cortometraje o una serie, pero en la vida real la sensación es más bien otra.
Nos venden el marketing de que hay que aceptarse, mindfullness, fluye y bebe que la vida es breve...en fin, palabras bonitas con las que posicionar las marcas. Pero es que el problema es ese, que la mayoría de usuarios de a pie no miran más allá de lo que necesitan, yo he trabajado para una agencia de marketing y puedo conocer un porcentaje mínimo con el que saber qué debe y qué no debe afectarme como consumidor.
Pero la ventaja de los villanos anti-grasa, está en que la confusión es tal que el usuario se deja llevar, compra lo que le pones, los remedios milagrosos, y ahí reside el problema, lo que mencionaba antes, que debemos ser fuertes mentalmente porque las consecuencias pueden llevarnos a pasar por una habitación de hospital. No pretendo ser tremendista ni mucho menos, pero esa situación se puede dar, en trastorno del comportamiento alimenticio al dejar de comer bien, probar algo milagroso y maravilloso que comprar por internet...en fin. Temas que darían para mucho y que no puedo abordar en unos pocos párrafos.
Si mis palabras llegan a alguien que se identifique con algo de lo que haya puesto en este texto, lo único que le puedo decir como persona que ha sufrido el critiqueo por el físico, el rechazo de una cita por estar gordo, o la vergüenza de un cuerpo propio, como si eso fuera lo que nos define por dentro; es que pida ayuda a gente profesional, y en caso de no disponer de mucho dinero, hay organizaciones que se dedican a ayudar a personas sin recursos que necesiten trabajar su salud.
No hablo de cumplir los cánones de belleza, a esos, que les den bien fuerte porque lo que para uno puede ser una buena imagen, para otro puede ser un problema de salud, ya que no es sólo la estética, es estudiar nuestro cuerpo, si presentamos algún tipo de enfermedad previa, o a causa del sobrepeso, salud mental…, son muchos los factores a tener en cuenta para vernos en el espejo como nos merecemos ver, sonriendo.
Perdonar que me haya extendido pero este tema me toca de cerca. Para finalizar siempre utilizo una canción, si sois románticos en la idea, os recomiendo Size Matters – Natasha Bedingfield en el que habla, en resumen, de que el único tamaño que importa, es el del corazón (se oye un gran ohhh en la sala), pero, la canción que yo necesito poner en este post es Todos le llamaban gordo aunque el prefería que lo llamasen pa comé – Mojinos Esozios por dos motivos, el primero porque los Mojinos siempre caen bien, el segundo, que de pequeño en el colegio había una persona que iniciaba el que viene, que viene, para reírse de mi físico y lograr hacerme sentir mal, ahora, francamente, me da igual (porque poner me la suda también quedaba feo).
Dedicado a los que se han sentido mal por su físico, porque lo que importa es el gran tamaño de la personalidad, frase de taza de regalo lo sé, pero es que, en mi caso, sé que es cierto, rodéate de gente que te quiera, de profesionales que te guíen, y de una tela que te haga sentir guap@, talla grande, ande o no ande, y ande y que les den bien. Porque #ViernEscrito está, lo que acaba en punto y final.
Seguro que en algún momento de tu vida has ido a un restaurante con un plato en mente. Has estado todo el día saboreando ese plato, salivando con esa salsa que es la base de una cena divertida, y la alta expectativa de esa pequeña rama de tomillo que resulta la guinda del pastel.
Y cuando estás con tu compañía, buscando ese plato, de repente, observas algo mejor en la mesa de al lado, y automáticamente quieres ese plato, sin importante lo que tienes delante (o a quién tienes delante. De eso he sido consciente mientras esperaba en un restaurante a unos amigos con los que quedé a cenar.
Observaba como dos chicos en la mesa de al lado tenían una cita, y automáticamente pensé ‘’quiero eso’’ y, como si tuviera a mis mejores amigos preparando la colleja, a los pocos segundos reaccioné y pensé ‘’¿quiero eso?’’, mejor dicho ‘’¿quiero eso...ahora?’’. Claro que me gustaría tener un compromiso, pero me encuentro en un momento clave de mi vida en el que, o cojo las riendas, o como me deje llevar el trompazo va a ser más sonado que los escándalos eméritos.
Reflexioné entonces, en como podemos tener ese autocontrol, y como de repente, si nos dejamos llevar por el impulso, podemos tirar nuestra vida a la basura. Como la persona que por quitar las fotos de su familia, y echar un polvo con el/la amante, tira por tierra lo que tanto cuesta construir. Por un impulso, hola consecuencia.
Buscando información sobre lo que argumento, como siempre descubriendo América, he encontrado que se le llama el Síndrome de la Pieza Faltante, qué buen nombre la verdad, me parece el idóneo. En el enlace anterior se explica a la perfección y de forma muy clara para quien no esté familiarizado con el mundo de la psicología y la investigación científica.
Digo que me parece el nombre idóneo porque, en apariencia y yo el primero, es como si viéramos la vida como un puzle, contemplamos las piezas midiendo lo que queremos llenar pero, si jugamos con un puzle de 500 piezas, ¿Qué hacemos cuando descubrimos que el que nos define sólo tiene cuatro?.
En mi propia piel habré experimentado esa sensación varias veces a lo largo de mi joven vida (si vivimos más 35 son como 20 ¿no?). Por lo que comprendo por entero ese síndrome, no se llega a ser consciente de cómo podemos dañarnos, y dañar, al dejarnos llevar por ese impulso de lo nuevo, y una vez recibido lo nuevo, echamos de menos lo que de verdad queríamos.
Y, ¡ojo!, no digo que sea malo desear algo nuevo, al contrario, opino que buscar nuevas experiencias que nos apetezca probar, puede ser la mejor forma de llegar a conocernos a nosotros mismos; lo que quiero decir es que, lo que pidamos, sea porque de verdad queramos pedirlo, no porque sea la novedad que sigue la gente, o el conformismo en el que nos sentimos grandes.
Siendo conscientes de que no conseguir la meta, no significa motivo de derrumbe, sino oportunidad de encontrar otro camino para obtener lo no conseguido. Y esto debo decirlo con la boca pequeña, básicamente porque he pecado de ello, pero en el momento de no valorar lo que tenía en el presente, automáticamente era rechazado por mí al focalizar mis energías en llorar lo que no tenía, sólo por no tenerlo, nadie sabe si llegará.
El problema surge cuando te das cuenta que esa aventura desaprovechada, ocasiona un daño que difícilmente puede ser reparado, al fin y al cabo, romper una ilusión no tiene pegamento que lo arregle, son las cicatrices que se quedan en el alma, cuyo único beneficio es enseñarnos lecciones que, como las propias cicatrices, son nuestras para siempre.
Por mi experiencia puedo asegurar que si no aprendemos nuestras propias lecciones y no nos dejamos claro qué es lo que queremos pedir y qué es lo que pretendemos alcanzar, podemos autosabotear nuestra emoción y ser un agujero negro cuyo único fin es el de absorber nuestro entorno por no querer ser conscientes de que si algo no lo hemos pedido bien, es consecuencia de nuestras propias decisiones (decir que es culpa nuestra puede sonar severo, y perfectos no somos nadie).
Pero por otro lado ¿Qué sería de la vida sin la toma de decisiones?, al fin y al cabo se le debería de llamar reto, si alguien la ha tenido fácil, o no ha tenido un gran problema al que hacer frente, o no se ha arrepentido de una decisión, que levante el comentario. Pero mientras sepamos qué es lo que querremos pedir el próximo día, saboreemos bien lo que tengamos en el presente, y seamos fiel a nosotros mismos.
Ya que esa es, a mi modo de ver la vida, la única forma de realmente disfrutarla, pensando tú, opinando tú y pidiendo tú. Ya lo he dicho alguna vez, mientras no afecte a nadie, ni hagas daño, la libertad de ser tú mismo disfrutando tu presente, es una de las mejores sensaciones de realización que puede experimentar el ser humano.
Como siempre pongo una canción que me ayude a expresarte lo que quiero decir, en este caso, mi cambio de filosofía está en Soñaré – Rosana, al final del día, lo que nos queda es la gente que nos apoya, sea familia, amigos, novio, compañeros del trabajo; si lo que más vale en el mundo no se compra con dinero, pues voy a dedicarme a disfrutar de lo que he conseguido, de la gente que me cuida y me dejan que les cuide, y el resto, ya llegará, y si no llega, será que no tiene que llegar.
Dedicado a los que diseñan un objetivo y luchan por ello, a los que saben cuándo es el momento de pedir, a los que saben cuando arrepentirse, y los que saben que, para disfrutar de lo nuevo, siempre hay tiempo. Porque #ViernEscrito está lo que tiene punto y final.
Érase una vez, un acomplejado rescatado en el instituto. Pero esta vez no os hablaré del acomplejado, para eso ya tengo el #ViernEscrito 03, hoy os hablo de la rescatadora. Me propuse utilizar esta colección para hablar de temas reales, cotidianos, mundanos, llámalo X, no pretendo ser Azorín, ni mucho menos, yo veo las nubes y no pienso en Calixto y Melibea; pero sí que opino que tras cada esquina se pueden esconder grandes historias. No hace falta irse siempre a la ficción.
Esta semana me he dado de bruces, otra vez, con una realidad mas perniciosa que útil. Parece que la vida debe estar encarrilada antes de acabar el bachiller, si te atreves a cambiar de titulación pasados los 20 corres el riesgo de quedarte atrás, a fin de cuentas, hay gente más joven, más moldeable, con tu misma titulación, y eso llama más. (Dejo claro que todo lo que digo aquí, es algo que he presenciado, cada uno con su versión de la vida por supuesto).
Imagina, cómo de difícil tiene que ser enfrentarte a partir de los 35, y con una edad más avanzada ni te cuento. Porque no hablo de mejorar tu situación laboral, sino cambiar de sector. Esa rescatadora que me enseñó a levantar tras cada golpe desde que la conocí con 16 años (¡ay amiga que el año que viene hacemos 20 años de amistad) es la protagonista anónima que seguro que todos tenemos en nuestras vidas.
Después de más de 10 años de experiencia se atreve a buscar un nuevo camino, y lejos de ser una actitud temeraria, la veo muy valiente. Aún hoy, en la Región de Murcia al menos, desconozco el resto del país, nos encontramos en la situación de que te pregunten en connotación negativa, si es una locura que te atrevas con un sector nuevo cuando tienes pasados los 30, como si no contara para nada el conocimiento, la sabiduría y la capacidad de resolución adquirida en tu vida laboral.
Inconscientemente, como suele suceder y creo que hemos pecado todos alguna vez, nos dejamos llevar por la marea ‘’sí me voy a poner a estudiar a mi edad, ¿pa’ qué?’’. Los valientes son los que se responden a sí mismos con actos y no con palabras. Yo mismo este año he decidido dar un paso así, con la diferencia de que en un año he demostrado no sacar ni cinco minutos para esa nueva aventura, pero la protagonista de la que hablo es tenaz en cada meta.
Ha callado cada boca que le ha dicho que no, con la respuesta de la voluntad llegando a sus objetivos. Es fuerte, inteligente...y los defectos me los callo, entre nosotras no nos hacemos eso. Así que desde aquí quiero dedicar cada palabra de admiración, y poner más sería redundar.
Porque me demuestra que cuando elevas el vuelo, el que no aletea se cae primero...siempre de frente cuando hay contracorriente, que en la orilla está la suerte – Rosana ‘’Siempre de Frente’’ (Esta semana tocaba canción en español si, o si)
Por ello redacto este golpe en la mesa sobre que la valía no se merma con la edad, de hecho me uno al pensamiento de que es un grado; tu unicidad en una organización, empresa, grupo de amigos...reside en tus actos, tu persona no se mide solo por los conocimientos que adquiere, sino por su participación en un todo. Son pequeños factores, que en conjunto, son nuestra mejor carta de presentación, la edad te da la templanza y sabiduría (si has sabido aprovecharla claro), el conocimiento son las aptitudes que te ayudan a desempeñar una función, y tus actitudes son la gasolina que necesitas para lanzar esa maquinaria que te define a su máxima potencia.
Sé que llegará lejos, no por sus estudios, sino por su arrolladora personalidad, su capacidad de reacción, porque allá donde va, es una red de seguridad tejida con la acidez fuerte como el vinagre, y resistente como el coral, ese sería un buen apodo.
Dedicado a los que saltan desde la cuerda floja, y repiten, porque su tenacidad ayuda a los que nos gusta estar en segundo plano, a dar un paso adelante en la vida y aprender a saborear todo lo que nos puede ofrecer, simplemente, confiar en nosotros. Desde abajo se ve sólo la luz de los que suben, y ahora te toca brillar. Porque #ViernEscrito está, lo que acaba en punto y final.
Si me preguntas de qué se compone la vida, te contestaría que de pequeños tramos de escalera. Para mí el objetivo tácito del día a día, es fortalecernos para poder seguir avanzando, pero no de forma lineal en un terreno liso, eso no implica fuerza sólo resistencia al caminar; sino subiendo, la mayoría de las lecciones vienen dadas por malos momentos, o por lo menos, esas son las lecciones que más se quedan en nuestro ser.
Hace tres años, un 27 de junio de 2020, me dí cuenta de que algo no iba bien, dentro de mi cabeza me refiero, y decidí dar el paso de pedir ayuda. Cuando tuve que describir qué me sucedía, recuerdo que la sensación fue la de un bebé que frente a él tiene tan sólo 10 peldaños, pero que desde mi punto de vista, me sentía como una hormiga a los pies del Himalaya.
He estado en el psicólogo otras veces y en otras etapas de mi vida, no por vicio por la psicología precisamente, en mi edad más infantil por un episodio de bullying, acoso...putada a fin de cuentas; no recuerdo mucho las sesiones pero curiosamente recuerdo el lugar en el que acudía a terapia. Más adelante, de adolescente acudí por ansiedad, no saber gestionar mis experiencias (porque lo de gestionar emociones, ¿pa’ qué?), y luego en la universidad volví a darme de bruces con la realidad.
El momento por el que decidí con 32 años a focalizar mis energías en mí, vino cuando, tras varias experiencias en el mismo momento, mi piel reaccionó, sarpullido, urticaria...tenía unas habas con las que podía hacer michirones; por lo que me dí cuenta de que algo no iba bien.
Gracias a una de las mejores amigas que la vida pudo darme, dí con una psicóloga afín cien por cien a mi situación. Quizá por tener una visión más adulta, quizá por sentir una angustia máxima, quizá porque el universo quiso, no lo sé; pero sé que ha sido de las mejores experiencias.
He conseguido aprender a convivir con mi pasado, no sabría si decir que la experiencia fue buena porque tuve gente que me ayudó a levantarme (sin yo saberlo) o traumática por los golpes que recibí, prefiero simplemente pensar que fue. Con perspectiva, aprendes que las situaciones se dan, no son culpables, los culpables son quienes las ejecutan. Considero que es un tema delicado para tratar en pocos renglones, pero sí que os puedo decir que, EN MI CASO, porque nadie tiene una verdad absoluta, he podido avanzar, perdonar a quien yo he querido perdonar y trabajar en que esa mala experiencia no tiene sino que servirme para aprender a valorarme, a defenderme, a saber que no debo achantarme sea quien sea quien me quiera achantar, y lo más importante, a quererme.
Sin darme cuenta, tirando del primer hilo, se fue deshaciendo una madeja que envolvía una persona fuerte, inteligente, cariñoso, amistoso, amable, …y quejica, y (un su poquito) dramático, y...y más defectos que mira, no debo decirlos yo, yo ya me los sé. Bromas a parte, esos hilos han ido cayendo, o los he quitado yo, y he descubierto quien soy, con mis grandes defectos y mis pequeñas virtudes. No busco ser perfecto, durante esta terapia, he buscado ser sólo yo. Y que el mundo me reciba como quiera recibirme.
La terapia suponía un crecimiento interno (porque externo no podría crecer más) en el que cada superación era un peldaño más. Y hoy, en mi última sesión, tras años de ejercicios, confidencias, examen interno y cargos de conciencia por como era en un pasado, he descubierto que la escalera no se recorre entera, siempre quedará un peldaño más por subir, que vivamos en una fecha presente, no implica que no queden nuevas lecciones en el futuro, o la propia modificación de nuestras creencias o nuestros valores según nuestras experiencias.
Al final, lo que nos queda, es lo que vivimos, mientras no hagamos daño a nadie con nuestra forma de ser, y si lo hacemos sepamos tragarnos nuestro orgullo y pedir perdón por nuestro error, todo viene rodado.
No puedo finalizar este post, sin AGRADECER¡¡¡ a todas y cada una de las personas que me han apoyado en estos tres años, y en los años anteriores, una de las cosas que más me impactó al realizar un examen de conciencia y conocer mis defectos y mis virtudes, no fue la suma de ellos, al fin y al cabo quien esté libre de pecado, que tire el primer comentario; sino las consecuencias de esas virtudes y esos defectos.
Puedo decir con la boca bien abierta, que tengo en una mano menos dedos que amigos íntimos, esas amistades que con los años se van forjando a fuego lento, con batacazos, discusiones, peleas, incluso tiempo sin hablarte, pero que están en primera fila con su gasa para curarte cuando te caes. Desde el colegio hasta mi vida adulta, son muchos los nombres que puedo decir, sin temor a equivocarme, que me han salvado en más de una ocasión. A todos ellos, gracias, gracias y gracias, y a mi familia también, porque son el sustento donde se apoyan mis valores, mi forma de ser, mi yo.
Ahora queda sólo, seguir luchando por ser un mejor yo, no por mí, sino por todos los que en algún momento cuentan conmigo. Porque puedes ser la hormiga más fuerte, pero siendo tú solo, no llegas a la cima; yo no estoy en la cima, pero sé que la ladera la dejé atrás.
En favor de todos los que me han prestado su hombro para llorar, compañeros de colegio, hermanos que se hacen en el instituto y la universidad, o incluso amores que se hacen grandes grandes y grandes amigos, y las nuevas amistades de la edad adulta por primas que no son primas pero que te demuestran lo mejor y las amistades que de ellas derivan; pondría como canción Walk me home – Pink, porque nunca, nunca y nunca, me dejaron solo en los malos momentos.
Pero, si hay una canción que me defina y que vaya al hilo de lo que quiero transmitir en este artículo, la superación tranquila de que la vida sigue y tu fortaleza será la que dirima si un mal momento te afecta o te impulsa, creo que la decisión más acertada es Searchin’ my soul - Vonda Shepard, porque, como dice ‘’he estado ciego una parte de mi vida, me he recompuesto, y sé que queda mucho por vivir’’ así que tendré que estar preparado, porque después del socavón, o bache, todo va a estar bien.
PD: si, tras este, el resto de post que vendrán serán sobre otras temáticas y menos yo. =D. Y siempre, siempre, habrán canciones subtituladas para ayudar a transmitir, lo que quiero transmitir.
En el anterior post de #ViernEscrito, hablé de que me encuentro en un cambio de fase tras (casi a puntico de) finalizar una terapia que me ha llevado 3 años a mejorar quién soy y quién puedo ser, y eso que el camino es largo.
Hoy sin ir más lejos he encontrado una epifanía bastante divertida: es verdad que la vida da y la vida quita. Lo sé, he descubierto América, hacerme vuestro gurú (#ironía). Pero he recibido una patada, inesperada y previsible valga la incongruencia, pero sin pedirlo siquiera, antes de esa patada y a lo largo del día, he recibido abrazos de muchas formas. ¿La epifanía? Que todo sucede, si no por algo, de forma finita, no se acaba la vida tras un suceso, simplemente toca comenzar otra.
Y eso me ha llevado a cuando escribí lo que considero mi primera ‘’reflexión’’, además en un momento bastante cambiante, el primer año de carrera, ese limbo entre el instituto y la vida adulta donde tu invencibilidad sólo es equiparable a...tu imbecilidad, sólo hay que cambiar las letras de sitio y darle alguna patada al diccionario.
En aquel 22 de abril de 2009, lo que viene a ser ayer, redacté, si no recuerdo mal para una actividad de la universidad, el 23 de abril es el día del libro, así que supongo que sería por algo relacionado con la efeméride, el asunto es que, al preguntarme sobre qué escribir, redacté un texto breve sobre lo que supone enfrentarse a la hoja en blanco.
Llámame ego pero me siento bastante orgulloso de escribir lo que os muestro a continuación cuando tenía casi 21 años (los cumplo dos días después de cuando escribí el relato) y no sólo no era consciente de lo que hacía con mi vida, sino que no sabía ni lo que quería. Pero sí que tenía claro que sabía que escribir, es una de las actividades que me gustaría desempeñar a lo largo de mi vida, bien sea para leerlo sólo yo, para que lo lea mi grupo de amigos, o para llenar estanterías.
Espero que os guste.
‘’LA HOJA EN BLANCO
“La hoja en blanco”, ¿sobre qué escribir?, se pueden exponer diversos temas, expresarnos de mil formas y aún así quedarán temas por escribir. En mi corta experiencia y en mi ruidosa mente se oye la misma frase al respecto: “la creatividad permite escribir la hoja en blanco”. Probablemente me equivoque y quien lea este relato termine de leer en este instante porque no esté de acuerdo, o lo declare como insulso; pero pienso que cualquiera puede hacer que las palabras sean más que ello.
Bien por unos o por otros; vivimos en una época en la que cualquier persona tiene la capacidad de escribir, ya sea bien o mal, pero al fin y al cabo escribir, que ahí depende de qué se entienda por escribir. Porque estoy seguro de que hasta el más ilustre erudito puede ser superado por cualquier analfabeto, ya que los sentimientos que embellecen el vacío de la “hoja en blanco” no so creados por palabras correctas y tecnicismos o sentimentalismos creativos, sino por la sencillez de un pensamiento, por el gusto de la razón independiente que permiten que cada renglón tenga un sabor distinto al anterior.
Pero realmente qué es escribir, más aún, ¿Qué es escribir una hoja en blanco?, sin la intención de convertir este relato en un texto filosófico, escribir una hoja en blanco es transmitir sensaciones, que quien esté leyendo se sienta emocionado por leer un texto auténtico y no marcado por la corrección y la expresión adecuada, sino por ideas, pensamientos, logros humanos; renglones que den muestra de un ápice de humanidad en el autor. Es que el lector, al terminar de leer, no piense en si el autor es un premio Nóbel de literatura o un inexperto escritor, sino que piense en cómo puede repercutir el texto que tiene enfrente, ya sea relato, novela o verso, en su ser. Puede que lo que escribo sea obvio y no esté haciendo más que otro ridículo en contar lo que otros saben, pero no me agobia esa idea; sé que cuando tenga una hoja en blanco no temeré de expresar mis pensamientos, ni cesaré en mi creencia de que cualquier persona puede escribir.”
La verdad, esa patada me ha dolido pero le deseo lo mejor y ojalá en un futuro se quede en una tontería, pero, cuando has pasado un bache, porque no es malo pedir ayuda ni saber que hay cosas en ti que mejorar, necesitas apoyarte en el avanzar propio y no regocijarte en el mal momento.
Los malos momentos pasan y son lecciones necesarias, quien te diga que su vida es perfecta es que simplemente no quiere compartir su realidad; pero esos abrazos de hoy me han sabido a gloria, una sonrisa cómplice en el trabajo que te ayuda a afrontar la rutina diaria; esa compañía de toda la vida que no te demuestra más que lo realmente importante es quererse en lo bueno y en lo malo; o ese aura que se crea cuando estás creando con quien mejor te puede conocer artísticamente.
Por eso este artículo lo dedico a los abrazos inesperados, a las patadas necesarias y constructivas (son las únicas a las que le doy las gracias por todo) y a las palabras que aún quedan por escribir, porque pase lo que pase, como dice Tai Verdes – A-O-K, al final, pase lo que pase, sé que estaré bien, si no ¿para qué estar?; porque #ViernEscrito, lo que acaba en punto y final.
La gran Tina Turner (DEP) versionó en su día el genial temazo ‘’addicted to love’’ de Robert Palmer, no puedo negar sentirme identificado con la canción, soy de esos adictos a encontrar pareja que tiene a su alrededor bonitas historias de amor, seguro que algunas adornadas, pero historias de amor al fin y al cabo.
Y siempre me surgía la pregunta ‘’¿por qué yo no?’’, pero tras una intensa terapia (que os contaré otro día) he conseguido calmar esas ansias de tener pareja, creía que debía ‘’tener a alguien’’ como si fuera una posesión, y en realidad el poseído estaba yo por esa ansiedad, puesto que ya vivo con amor suficiente.
He sido invitado a bodas de grandes amigos, y amigos menos grandes; la mayoría de esas historias las viví junto a los protagonistas, e incluso en algunas tuve la fortuna de formar parte, algo que no te puede si no emocionar, que alguien quiera que formes parte de su día ya te hace partícipe, en cierto modo, de esa historia, eres ‘’ese amigo que estuvo cuando…’’. Quizá suene a garrapata sentimental, pero sentir ese calor cuando la pareja se mira y sonríe, disfrutar de esa emoción de un gran acontecimiento, como cuando estás en el karaoke de tu vida y entra tu amiga con el teléfono en la mano y te dice ‘’me ha dicho que me quiere’’ con una sonrisa de oreja a oreja, y mil anécdotas más, sólo puede hacerme sentir cercano al amor, aunque sea al ajeno; y, en cierto modo, pensar que estoy más cerca de conseguir mi propia historia.
Como cuando antes de encontrar tu puesto de trabajo ideal, debes pasar por otros en diversas empresas para saber cuál es el tuyo. Hace unos días decidí hacer un parón tras mi terapia, he visto que estaba muy equivocado, y que me perdonen los que ya eran ilustrados en su verdad, pero no hace falta vivir una relación típica (no soy nada típico, eso es cierto) para poder sentir esa calidez cuando estás con alguien especial.
¿Es el mismo calor que puedes sentir con tu pareja? Está claro que no, pero he percibido esa calidez de cuando estás con esa amistad íntima fortalecida tras varios golpes a lo largo de su existencia, o cuando valoran tu opinión, cuando los hijos de tu amiga te llaman ‘’tito’’ , y un largo etcétera. La sensación a la que me refiero unos la llamarán conformismo, yo prefiero llamarla plenitud, me siento bien con la vida que llevo y sé que no tengo prisa en encontrar pareja. ¿Significa eso que no quiero tener novio algún día? Jah, ni de coña, creo que lo del papa negro está ahí, ahí con lo de cuando me eche novio. Pero si he tardado 35 años en encontrarme a mí, no creo que tenga que tener prisa en encontrar a esa persona que me haga sentir mariposas en el estómago (y que sea correspondido claro, que no quiero tropezar en esa piedra una segunda vez) y en otras partes del cuerpo.
Chorradas a parte, vuelvo a mi descanso en paz, los que nos gustaría tener pareja, hablo en condicional porque soy el eterno soltero; buscamos, y buscamos, y buscamos, y cuando le decimos a nuestros (hiper pacientes) amigos aquello de ‘’ahora me necesito a mí’’, en el fondo, seguimos buscando.
No puedo negar que parte de esa voluntad por tener pareja se veía por fuera como un desesperado por encontrar a alguien con quien compartir un sofá, pero desde hace unos días es cierto que me siento tranquilo.
Parte del problema de los que somos tontos del cuLOVE, se encuentra en que pensamos que por más buscar, más oportunidades, como cuando te comprabas veinte cantimploras porque sabías que cuanto más compraras, más pronto se encontraba ese regalo, que no era más que un consuelo por cada vez que no encontrabas lo que esperabas.
Y veo que la solución es saber qué es lo que quieres, no buscar hasta que encuentres lo que esperas, porque, al igual que en la vida estudiantil y laboral, en la vida sentimental, pocas veces llega lo que esperas. Son muchos los amigos, casados y no casados, que me cuentan su historia con ‘’justo lo que menos pensaba’’ o ‘’no te vas a creer lo que te voy a contar’’. Obviamente me tengo que creer lo que me digan, aunque en ocasiones me habría gustado que existiera un BOE del amor que me mostrara la verdad de esa anécdota.
Sé que he sonará a autocomplacencia pero sí que estoy en ese punto de tomármelo con calma. En los últimos meses he dado como si fuera un efecto dominó, no terminaba de darme la ostia con el anterior y ya estaba emocionándome con la ficha siguiente, ¿resultado? Una cosa rara en el suelo, mis expectativas junto con mis ilusiones dibujaban un azar de imagen que poco agradable resultaba.
No he dado con malas personas, bueno, egoístas sí, malos no. Pero sé que en lugar de buscar por buscar, debo dejarme llevar (conforme escribo estas palabras, siento los pescozones de todos y cada uno de los amigos que me han dicho lo mismo, pero soy de los que hasta que no reacciono no me doy cuenta). Quizá deba aguantar antes de decirle al amor adiós, como diría Vonda Shepard – Hold out; pero sí que necesito aprovechar que estoy encontrándome en otros aspectos.
Dedicado, a todos los tontos del cuLOVE que sabemos que algún día, podremos hacer partícipes a otros en nuestra propia historia, porque no te voy a negar, como todos, que mantengo esa espera, pero ya no me corre prisa.
Mi canción para este post no podía ser otra que Looking for something (buscando algo) de Vonda Shepard, porque #ViernEscrito está, lo que acaba en punto y final, hasta la próxima.
PD: lo siento, no la he encontrado en español, pero el tema, es igualmente disfrutable.
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